Como Movimiento por el Agua y los Territorios-MAT, desde nuestro origen que hemos sostenido que la única forma de recuperar y defender las aguas ante el avance permanente de la actividad extractivista es mediante la derogación del Código de Aguas de 1981.
Como Movimiento por el Agua y los Territorios-MAT, desde nuestro origen que hemos sostenido que la única forma de recuperar y defender las aguas ante el avance permanente de la actividad extractivista es mediante la derogación del Código de Aguas de 1981.
Nos parece fundamental posicionar con fuerza este horizonte de lucha ante la revisión de la reforma al Código de Aguas en el Senado, reforma que lleva once años debatiéndose y que no ha puesto en el centro el real problema, la condición privatizadora del agua en Chile.
Se han señalado como avances que se refuerza el estatus del agua como bien público, donde se establece el acceso al agua como un derecho humano garantizado por el Estado, priorizando su uso para consumo humano, en que los nuevos derechos de aprovechamiento serán otorgados como concesiones temporales de 30 años. Sin embargo, mientras siga operando el Código actual en que el acceso se establece mediante el derecho de aprovechamiento, creando un mercado en que se puede comprar, vender, arrendar e hipotecar las aguas, ninguna reforma podrá frenar la actual crisis hídrica que se perpetúa desde una política mercantil.
Hemos insistido en que se debe derogar para crear un nuevo cuerpo normativo en que el agua se consagre como un bien (de bienestar) común inapropiable, como un derecho humano y de la naturaleza, y en que no sólo se priorice el consumo humano sino también para resguardar los flujos hidrológicos que permiten la propia existencia de los ecosistemas.
No podemos olvidar que hoy en Chile se han sobre-otorgado derechos de aprovechamiento de aguas, esto significa que se han vendido derechos de agua más allá de la capacidad de recarga hídrica de cuencas y subcuencas, además de existir la usurpación de aguas por parte de agentes extractivistas.
La Revuelta sostenida desde octubre de 2019 tuvo como base visibilizar las violencias estructurales y las políticas precarizadoras de la vida en que se sostiene el modelo neoliberal, por ello seguimos movilizándonos por la desprivatización y el cese a la depredación de la naturaleza.
Nos parece una pésima señal reforzar un código creado durante la dictadura civil y militar ante un proceso actual constituyente en que, sin duda, uno de campos de disputa será dar fin al Estado subsidiario y a los diversos instrumentos privatizadores.
Hoy nuestro mayor desafío es transitar más allá del extractivismo, y con carácter de urgencia, ante el avance de la crisis ecológica, hídrica y climática a nivel mundial, desde la consolidación de la gestión comunitaria de las aguas, preservando y recuperando saberes ancestrales mediante una gestión integrada de cuencas, en que no sólo se protejan los diversos cuerpos de agua sino que se consolide una justicia restaurativa y regenerativa de sus flujos.
Por Francisca Fernández Droguett
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