El Ministerio de Obras Públicas (MOP) dio a conocer este lunes el balance hídrico de julio, en datos entregados por el jefe de la cartera, el ministro Alfredo Moreno.
Entre la información divulgada destaca que entre junio-julio Santiago registró 23 milímetros (mm) de precipitaciones, que significa un déficit de 86%. Además, se informó que en julio solo se registraron 0,6 mm, cuando lo normal son 76. “Prácticamente el mes de julio ha sido uno de los más secos de nuestra historia”, dijo el ministro.
La autoridad también se refirió al agua potable y la capacidad de los embalses. “Hoy día los embalses a nivel nacional tienen 3.645 hectómetros, 28% de su capacidad y un 46% del volumen que históricamente tenían a esta fecha”, aseveró Moreno.
A nivel regional los almacenamientos más bajos están en Coquimbo, Valparaíso y Maule.
En la situación de la nieve también se registró un importante déficit, con cifras superiores al 85%, incluso llegando al 100% en algunas zonas de Coquimbo.
Una realidad que llegó para quedarse
En el balance presentado por el MOP también se abordaron los registros de temperaturas. Al respecto, Catalina Cortés, meteoróloga de la Dirección Meteorológica, informó que julio de 2021 es el mes más cálido registrado en los últimos 72 años en la RM, con un promedio de 19,3°C.
Según se explicó en el balance, la realidad que se ha visto hasta ahora, de baja de lluvias, mañanas frías y tardes cálidas, continuará durante los próximos meses en gran parte del país.
“Efectivamente el julio que acaba de pasar es uno de los más secos de los que tenemos registro no solo en Santiago, sino que en Chile central, y al mismo tiempo el más cálido del que se tiene registro. Esto no es a lo que estamos acostumbrados, es evidente, pero los inviernos con estas características al menos en términos de temperaturas uno debiera suponer que van a seguir ocurriendo, puesto que el proceso de calentamiento es de carácter global y viene en una tendencia creciente cuya inercia no va a cambiar en el corto plazo”, explicó Rodrigo Fuster, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.
Junto a ello, Fuster señaló que lo más probable es que de aquí en adelante los inviernos continúen siendo más cálidos de los que se tiene costumbre, pero en las precipitaciones podrían existir algunos cambios.
“Los climas de las zonas como las nuestras mediterráneas tienen años lluviosos, años secos y eso implica que probablemente un año tras otro esto pueda ir cambiando, entonces podemos tener un año 2022 con precipitaciones en el invierno como teníamos costumbre, no así necesariamente con el tema de las temperaturas”, agregó.
Asimismo, el académico se refirió a los efectos de la ausencia de lluvias y las altas temperaturas invernales, sobre lo que explicó que una de las principales preocupaciones es cómo se limita la reserva de recursos hídricos para las comunidades.
“Los efectos son bastante preocupantes porque dependemos, principalmente, de las precipitaciones que ocurren durante el invierno para que se produzca la acumulación de nieve en la cordillera, y que luego en los procesos de derretimiento de primavera verano nos permitan contar con esa agua para los períodos de mayor demanda. Entonces aquí se conjuraron elementos que son bastante complejos, por un lado menores precipitaciones con niveles críticos como acabamos de ver, y por otro con temperaturas altas, por lo cual hay una menor acumulación de nieve en la cordillera que es la gran reserva para la temporada de primavera verano”, comentó.
El factor Chile
El problema del agua en Chile no es nuevo ni se remite a la ausencia de precipitaciones este invierno. Desde hace ya varios años, especialmente en la zona central, hay diversas comunidades que viven escasez de agua potable o definitivamente su ausencia.
Además, el problema no solo afecta el desarrollo humano, sino también social, económico y, especialmente, la mantención de los ecosistemas.
Sobre la situación de sequía que se encuentra viviendo Chile también manifestó su preocupación la integrante del Movimiento del Agua y los Territorios (MAT), Francisca Fernández.
La antropóloga comentó que efectivamente en la situación climática e hídrica del país juega un rol importante el calentamiento global como factor mundial, pero que no se puede dejar de considerar que Chile tiene una realidad propia respecto del agua y los recursos naturales que no contribuyen a enfrentar este problema.
“El cambio climático es producto de una forma de relación y de explotación con la naturaleza y, en ese sentido, necesitamos acciones globales para frenar, por ejemplo, la generación de gases de efecto invernadero producto de la industrialización y extractivismo, pero por otro lado en Chile esto se ve absolutamente intensificado por un modelo privatizador y mercantilizador de las aguas”, dijo Fernández.
Además, la integrante del MAT complementó: “Acá se señala que una de las condiciones que está generando la falta de acceso al agua es la situación de los embalses, pero se olvida un pequeño detalle: que los humedales, por ejemplo, son embalses naturales y no existe una ley total de protección, y vemos cómo la presión inmobiliaria los ha devastado. Por otro lado uno de los elementos más grande de reserva de agua dulce son los glaciares y la ley de protección de glaciares es absolutamente deficiente, donde aún privilegia la actividad de la minería”.
De esta realidad es que se desprende la idea instalada por diversas organizaciones de que esto “no es sequía, es saqueo”, pues además de las condiciones globales, existe en Chile una importante privatización del agua que permite su utilización mercantil y la ausencia de una concepción del recurso como bien común.
Ante ello Francisca Fernández explicó que en el país se requieren medidas estructurales, como la derogación del Código de Aguas y la generación de planes de gestión comunitaria y territorial de las aguas, todas según explicó dependientes de la voluntad política de las autoridades.
Fuente: Radio Universidad de Chile