Opinión | #8M, huelga feminista en clave de un pachakuti

Sin warmikuti no hay pachakuti (Feminismo Comunitario, Bolivia)

La huelga feminista que hemos sostenido como Coordinadora Feminista 8 de Marzo desde el 2019 trasciende los marcos tradicionales que la sitúan exclusivamente como paro productivo desde el agenciamiento sindicalista, y se instala desde una multiplicidad de posibilidades desde donde irrumpir tanto desde y en el trabajo productivo como reproductivo.

La huelga constituye un momento de inflexión del orden establecido, del lugar de lo normativizado desde los modelos de producción y reproducción de la vida impuestos desde el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Y hoy, en el marco de la revuelta, adquiere un fuerte componente de subversión de las cosas, de reordenamiento del mundo, un pachakuti («cambio de la Tierra»), desde donde ir posicionando nuestra alternativa de un feminismo de los pueblos contra la precariedad de la vida, correspondiendo además a un warmi (mujer, femenino) pachakuti.

Desde otras temporalidades, como la andina (indígena y mestiza-indígena), el tiempo es cíclico y no lineal, correspondiendo a una instancia comunitaria en que se articula lo nuevo y lo viejo, lo creativo y lo ancestral, donde el pachakuti es asociado a un tiempo de transformación profunda del todo, una inversión del mundo, pero también hacia un retorno a otros lugares y temporalidades. Si el calendario “occidental” ha impuesto históricamente un tiempo masculino hegemónico (patriarcal), las revueltas e insurrecciones han permitido instalar nuevas dinámicas temporales, que a su vez arrastran nuevas formas de vida y construcción política.

Es en este marco que la huelga feminista del 2020 la podemos pensar en clave de un pachakuti feminista, de mujeres y disidencias sexuales, en que configuramos nuestros propios tiempos de movilización y construcción de propuestas para un proceso constituyente que desborde lo institucional impuesto desde el Estado y los partidos políticos, donde lo constituyente es pensando como apertura y articulación de trayectorias y horizontes políticos hacia un tiempo de los pueblos, desde donde repensarlo todo, y no exclusivamente la Constitución Política.

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Es por ello que esta huelga feminista del 2020 posee un carácter profundamente disidente, desde donde ir entretejiendo luchas y alternativas de vidas y mundos posibles desde un feminismo plurinacional, antirracista, antiextractivista, transgeneracional, inclusivo y anticarcelario.

Francisca Fernandez: Integrante del Comité Socioambiental de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo y del Movimiento por el Agua y los Territorios-MAT

Por Francisca Fernández Droguett, Resumen Latinoamericano