El informe a las Naciones «Incendios forestales en Chile: causas, impactos y resiliencias» fue presentado en Concepción

La influencia del cambio climático y la megasequía que afecta al país, los intensivos cambios de uso de suelo, la expansión de los monocultivos forestales que vuelven el paisaje extremadamente homogéneo y con alta cantidad de combustible, además de la interacción entre plantaciones y el borde de las zonas urbanas, fueron algunos de los factores discutidos en la presentación del informe en Concepción. El equipo investigador hizo énfasis en la necesidad de aumentar la prevención de estos megaincendios, estableciendo medidas como: mejor gestión de las plantaciones forestales, restauración de bosque nativo, recuperación de servicios ecosistémicos (como agua y biodiversidad), mejor planificación territorial urbana-rural y el diseño de un paisaje más diverso que le permita resistir y recuperarse de mejor forma de estas perturbaciones. Este informe fue elaborado por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2) asociado a la Universidad Austral, la Universidad de Concepción y la Universidad de Chile, patrocinado por esta última y financiado por Conicyt.

 

En la zona centro sur de Chile, los incendios forestales se han vuelto «extremadamente destructivos y difíciles de controlar» dejando como consecuencias una serie de graves impactos ambientales, económicos y sociales.

Evidencias indican que la magnitud de estos incendios es determinada por los cambios de uso de suelo y por el cambio climático. Desde hace una década, estos incendios, también llamados «eventos de incendios extremos» o «megaincendios» aumentaron su frecuencia y la superficie afectada.

Varios estudios han constatado que los incendios forestales están determinados por efectos sinérgicos entre distintos factores, es decir, que estos actúan en conjunto generando un resultado que no se hubiera podido generar en caso de cada factor actuando de forma separada.

El informe señala que particularmente en Chile están incidiendo «el cambio climático antropogénico, la creciente área de interfaz urbano-rural (zonas donde convergen o mezclan viviendas y formaciones vegetacionales) y el incremento de plantaciones forestales de especies de alta inflamabilidad, entre otras»

El informe también propone varias acciones tanto para prevenir los incendios, como para aumentar la resiliencia de los territorios. En ecología, la resiliencia es un concepto que indica la capacidad que tienen los ecosistemas y las comunidades biológicas para absorber alguna perturbación, y su capacidad para regresar al estado original antes de la perturbación.

 La influencia del cambio climático y la megasequía que afecta al país, los intensivos cambios de uso de suelo, la expansión de los monocultivos forestales que vuelven el paisaje extremadamente homogéneo y con alta cantidad de combustible, además de la interacción entre plantaciones y el borde de las zonas urbanas, fueron algunos de los factores discutidos en la presentación del informe en Concepción. El equipo investigador hizo énfasis en la necesidad de aumentar la prevención de estos megaincendios, estableciendo medidas como: mejor gestión de las plantaciones forestales, restauración de bosque nativo, recuperación de servicios ecosistémicos (como agua y biodiversidad), mejor planificación territorial urbana-rural y el diseño de un paisaje más diverso que le permita resistir y recuperarse de mejor forma de estas perturbaciones. Este informe fue elaborado por el Centro del Clima y la Resiliencia (CR2) asociado a la Universidad Austral, la Universidad de Concepción y la Universidad de Chile, patrocinado por esta última y financiado por Conicyt.

 

En la zona centro sur de Chile, los incendios forestales se han vuelto «extremadamente destructivos y difíciles de controlar» dejando como consecuencias una serie de graves impactos ambientales, económicos y sociales.

Evidencias indican que la magnitud de estos incendios es determinada por los cambios de uso de suelo y por el cambio climático. Desde hace una década, estos incendios, también llamados «eventos de incendios extremos» o «megaincendios» aumentaron su frecuencia y la superficie afectada.

Varios estudios han constatado que los incendios forestales están determinados por efectos sinérgicos entre distintos factores, es decir, que estos actúan en conjunto generando un resultado que no se hubiera podido generar en caso de cada factor actuando de forma separada.

El informe señala que particularmente en Chile están incidiendo «el cambio climático antropogénico, la creciente área de interfaz urbano-rural (zonas donde convergen o mezclan viviendas y formaciones vegetacionales) y el incremento de plantaciones forestales de especies de alta inflamabilidad, entre otras»

El informe también propone varias acciones tanto para prevenir los incendios, como para aumentar la resiliencia de los territorios. En ecología, la resiliencia es un concepto que indica la capacidad que tienen los ecosistemas y las comunidades biológicas para absorber alguna perturbación, y su capacidad para regresar al estado original antes de la perturbación.

El informe indica que de acuerdo a los diferentes tipos de uso de suelo «un 50% de la superficie quemada como consecuencia de megaincendios entre 1985 y 2018, estaba cubierta por plantaciones exóticas, principalmente de Pinus radiata y Eucalyptus spp. En tanto, bosque nativo, matorral y pastizal se vieron afectados en un 20%, 17% y 8%, respectivamente» Teniendo esto presente, el informe indica que «la actividad forestal entre las regiones de O’Higgins y del Biobío requiere con urgencia una mayor atención en cuanto al manejo preventivo del combustible y diversificación del paisaje, en vistas a reducir o amortiguar el impacto de los megaincendios en el país.»

 

Porcentaje de área quemada por megaincendios para los principales tipos de cobertura vegetal

 

El informe advierte que«en las últimas décadas, la temperatura en el interior de Chile central ha aumentado algunas décimas de grado. Empleando la relación interanual entre área quemada y temperatura es posible estimar que el cambio climático antropogénico ha contribuido en, aproximadamente, un 20% del área total quemada entre1985 y 2016 en la zona centro-sur»

 

Gráfico de dispersión entre un índice de temperatura máxima de verano y el área quemada total (en escala logarítmica) para el periodo 1985 y 2018. El óvalo gris muestra la relación directa entre mayor temperatura y mayor área quemada. El índice de temperatura máxima corresponde al promedio de los 30 días más cálidos del verano en las estaciones Quinta Normal (Santiago), Curicó Ad. y Chillán Ad. (registros Dirección Meteorológica de Chile, DMC). El área total quemada corresponde al área consumida por incendios forestales entre las regiones de Valparaíso y Biobío (catastro de incendios CONAF)

 

El informe indica que las proyecciones de incendios forestales para la mitad de este siglo XXI son «poco alentadoras, pues la zona central podría experimentar un incremento de entre 0.7 °C y 1.3 °C en verano dependiendo del escenario de emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) junto a una reducción de 10-20% de las precipitaciones»

 

 

 

El informe advierte que estas condiciones pronosticadas para el futuro serían similares a las vividas en el verano de 2016 a 2017 por lo que «de no existir cambios sustanciales en el uso del territorio y la gestión de desastres, aumenta dramáticamente el potencial de grandes incendios forestales»

 

 

El informe analizó el caso especial del fatídico verano de 2017 donde los megaincendios en las regiones del Maule y del Biobío dejaron miles de casas destruidas y familias damnificadas, además de extensos bosques nativos quemados

 

 

 

En estos megaincendios de 2017, las cantidades emitidas de dióxido de carbono alcanzaron unas 100 millones de toneladas, «que equivalen a un 90% del total de emisiones nacionales de CO2 durante el año 2016»

 

 

Pyrocumulus o «nubes de fuego» se elevan a varios kilómetros de altura desde el Cerro Name (comuna de Cauquenes) durante el rápido avance del mega-incendio «Las Máquinas» el 23 de enero de 2017.

 

 

Especial peligro en las zonas de borde urbano-rural

En uno de sus capítulos, el informe destaca el riesgo que presentan las zonas donde limita lo urbano y lo rural, en conjunto con los factores climáticos y de monocultivos antes mencionados. «Estas áreas, denominadas de interfaz urbano-rural, comprenden cerca de un 5% del territorio nacional, pero concentran alrededor del 80% de la población y, aproximadamente, el 60% de los incendios que ocurren en el país»

 

Avión cisterna Boeing 747-200 modificado, llamado «Supertanker» realizando una descarga sobre Dichato durante el cuestionado manejo de la crisis por el Estado y empresas privadas en los megaincendios forestales de enero de 2017. Foto: Flickr Esteban Ignacio

 

 

Zonas de la denominada «interfaz urbano-rural» en Chile y la proporción relativa de incendios por región, dentro y fuera de esta zona.

 

 

El informe señala que «En promedio, un área cubierta con vegetación presenta un alto riesgo de incendio cuando se encuentra a menos de 1,5 o 1,7 kilómetros de distancia a ciudades o caminos, respectivamente. A una mayor distancia, se observa una disminución del riesgo».

 

Incendio forestal en monocultivos de eucalipto alcanza sectores poblados en Penco en enero de 2017

 

 

Los principales resultados de este informe fueron presentados en Concepción

 

El pasado jueves 9 de enero en el auditorio EmpreUdeC de la Universidad de Concepción se presentaron los principales resultados de este informe. Varios de los autores y autoras expusieron durante la mañana sus principales conclusiones.

Tras la presentación, en conversación con ResumenMauro González, académico de la Universidad Austral de Chile, investigador asociado al CR2 y coordinador del informe explicó que «los principales objetivos y motivaciones de este informe fueron entender los distintos factores que tienen relevancia en la ocurrencia de incendios y también los impactos sociales y económicos que tienen especialmente los incendios de gran magnitud»

 

Mauro González, académico de la Universidad Austral de Chile, investigador asociado al Centro del Clima y la Resiliencia (CR2)

 

Mauro explicó que hay que «realizar una mejor gestión del paisaje y eso involucra manejo de los bosques, manejo de las plantaciones, reducción de la biomasa, especialmente cuando está en zonas cercanas a la interfaz urbano-rural, restauración del bosque nativo, restauración de las zonas de prevención que son verdaderos corredores biológicos, que sirven como áreas buffer [o de amortiguación] , lo mismo otras actividades socioeconómicas relacionadas a la agricultura, fruticultura, es decir, ese mosaico de actividades de uso de suelo puede favorecer a que nuestros paisajes sean más resilientes frente a un contexto más seco, de mayores temperaturas, por lo tanto a reducir el daño»

Consultado acerca si se podría hablar de la necesidad de reducir los monocultivos para prevenir megaincendios, Mauro explicó que: «Yo creo que es importante convivir con las coberturas que tenemos pero con una mejor gestión. Sin duda no es recomendable seguir aumentando la cobertura de plantaciones, tenemos que pensar en otras alternativas, en otros usos de suelo de tal forma de diversificar nuestro paisaje, hacerlo menos vulnerable a estos incendios de gran magnitud que pueden seguir ocurriendo»

El investigador agregó que se deben promover «otras actividades socioeconómica que puedan favorecer incluso a las plantaciones, áreas que tengan menor biomasa pueden disminuir la propagación de los incendios, diversificamos actividades económicas, mantener patrones culturales y una serie de servicios ecosistémicos, o el agua es una oportunidad que nos brinda este problema para avanzar hacia un paisaje socio-ecosistémico mucho más resiliente»

Tras la presentación, también conversamos con Verónica Delgado Schneider, profesora de Derecho Ambiental de la UdeC e investigadora del CR2, quien nos comentó las principales características en la legislación chilena que hacen vulnerable nuestro territorio a la ocurrencia de incendios forestales: «Tenemos que mirar como es nuestra legislación, y nuestra legislación en estos temas es precaria, es deficiente. No está centrada en la prevención de los incendios, sino que está centrada en el combate del incendio o cuando el desastre ya ocurrió y así y todo es una legislación precaria. Pero donde prácticamente no existe es en la prevención de los incendios. No tenemos buena normativa para los planes de manejo, no tenemos buen ordenamiento territorial, los planes reguladores no tienen regulada la interfaz urbano-rural donde prohíban las construcciones o las plantaciones»

 

Verónica Delgado Schneider, profesora de Derecho Ambiental de la Universidad de Concepción e investigadora del Centro del Clima y la Resiliencia (CR2)

 

Con respecto a los organismos del Estado que podrían hacer frente a esta problemática, Verónica indicó que «No existe tampoco una institucionalidad coordinada. Se esta modificando la CONAF para transformarla en el Sernafor, se está transformando la ONEMI para transformarla en una institución más moderna relacionada al riesgo de los desastres, pero estamos todavía realmente en una situación de precariedad»

Consultada con respecto a las principales propuestas que desde el CR2 han elaborado para intentar revertir esta situación, la académica explicó que «En relación al ordenamiento del territorio pensamos que los planes regionales de ordenamiento territorial aprobados hace algunos años para Chile y que no se han implementado todavía y que deberían implementarse ahora con la llegada de los gobernadores regionales, es una excelente oportunidad para que cada región defina en su plan regional de ordenamiento territorial ciertas áreas en que no convendría poner de manera homogénea tanto combustible o biomasa disponible para un megaincendios»

 

Limitación de plantaciones industriales, restauración de vegetación nativa, biodiversidad y aprovisionamiento de agua como principales propuestas.

 

Verónica explicó que la legislación chilena también podría generar instrumentos para superar los subsidios estatales a plantaciones y comenzar a subsidiar la restauración del bosque nativo. Algo que va en sintonía con anteriores propuestas campesinas, mapuches y de organizaciones vecinales en los bordes urbanos. «Pensamos que se tienen que crear instrumentos que avancen más que a subsidiar o bonificar actividades de forestación, actividades que tengan por finalidad la mantención de los bosques nativos, las labores de conservación o restauración de los bosques nativos, y que sea la ley de bosque nativo que tenga estas bonificaciones que atiendan por ejemplo a la restauración del bosque después de un incendio porque eso también se traduce en prevención para el futuro» indicó la académica.

El informe indica que «La restauración del bosque nativo, la adecuada gestión y manejo de quemas controladas y la generación de mosaicos de paisaje heterogéneos, donde se intercalen diferentes usos del suelo, serán herramientas fundamentales para disminuir la probabilidad de ocurrencia de megaincendios en el futuro»

 

Vea el informe aquí

Fuente: Resumen