Es el año 2020, es decir, atravesamos la segunda década del siglo XXI, mediadxs por una pandemia que nos ha mantenido desde un confinamiento poco usual, en la actual vida moderna – o al menos poco usual de como la llevábamos hasta ahora. Sin desconocer, que millones de personas viven y padecen una serie de otras pandemias a nivel global, pero por diferentes motivos, han sido manejadas con mayor tabú e invisibilización, como sucede con el VIH-SIDA, o las consecuencias que provoca el empobrecimiento de los territorios –en manos del colonialismo extractivista- y su consecutivo despojo y hambruna.
Vivimos la segunda década del siglo XXI y de pronto se volvió innegable las consecuencias que ha traído el permanente desvencije de la salud particularmente en este caso, pero también de la educación, de la vivienda, de los fondos de pensiones y un largo etc, que ha significado el mercantilismo en nuestras vidas, y que nos llevó a cientos de miles de habitantes de este largo territorio llamado Chile, a salir a las calles desde octubre en adelante, exigiendo una vida digna.
Y pese a que es demasiado pronto ver las consecuencias que esta crisis sanitaria traerá a nuestro diario vivir de ahora en más, en desde el confinamiento, hablamos con la ginecóloga del segundo hospital público más importante del Valle de Aconcagua, Paulina Zúñiga, quien dio cuenta de algunas de las medidas que se han tomado a nivel local para prevenir la propagación del virus tanto a madres como a recién nacidos. Señalando junto a ello, lo importante que ha sido el volver a robustecer la salud pública, tanto en términos de equipamiento, como de personal tanto técnico como profesional, quienes se han llevado la mayor carga de trabajo en estos meses.
Reconociendo además, lo fundamental que es volver a dialogar con los distintos saberes, en este caso en torno a la salud, “abandonado” de cierto modo las concepciones paternalistas que se han sostenido, concepciones que actualmente se encuentran en un mayor entredicho –en buena hora.