En concordancia con la elitización de la política y la creciente distancia entre las instituciones y la ciudadanía, Chile asiste a un inaceptable propósito de bloqueo mediático a las organizaciones ciudadanas, cuya labor encarna la voluntad de cambios expresada desde el pasado 18 de octubre y la exigencia por una nueva constitución.
De este bloqueo forman parte la decisión del Consejo Nacional de Televisión de no incorporar a las organizaciones de la sociedad civil en la franja electoral para el proceso constituyente, tal como la invisibilización de que son objeto en los canales de la televisión abierta, cuyas concesiones pertenecen al Estado. Especialmente grave es lo que ocurre con Televisión Nacional de Chile, canal público donde nunca o casi nunca se oyen voces que no pertenezcan a las cúpulas políticas y empresariales.
En la práctica, asistimos a una verdadera suplantación: en los medios se reemplaza a los genuinos impulsores de una nueva constitución -el pueblo movilizado- por actores que en general han sido sindicados como responsables de la crisis que vive el país.
La gravedad del bloqueo no solo apunta a la suplantación, sino también a las consecuencias que esto tiene en el abordaje de los temas. En el Chile reciente se ha ido construyendo una agenda con demandas sociales de implicancia constitucional al margen y muchas veces a contrapelo de la agenda de los partidos políticos. Hay una serie de asuntos que han sido señalados por la calle que nunca han estado en el corazón de las preocupaciones de la élite. Por nombrar algunas: la lucha de las comunidades locales contra los proyectos extractivistas, la utilización de los agrotóxicos en la agricultura, las vertientes más radicales de la agenda de igualdad de género, No+AFP, las implicancias de los tratados de libre comercio y muchas otras.
Hoy, para las organizaciones sociales es imposible ejercer en Chile el derecho a la comunicación. Es por eso que en este estallido social por primera vez las protestas también han apuntado a los medios y sus líneas editoriales.
Por todas estas razones exigimos que se acaben los cercos. El país tiene derecho a conocer la mirada de las organizaciones sociales a través de los medios de comunicación masivos, en especial la televisión abierta. Chile despertó y exige más pluralismo, especialmente ahora que se inicia el proceso para una nueva constitución.
Fuente: Chile Mejor sin TLC